¿QUÉ PAREJA ELEGIMOS EN FUNCIÓN DEL APEGO?


Somos en nuestras raíces, criaturas sociales, destinadas a unirnos con otros. Nuestra necesidad de pertenencia es adaptativa. Nuestra dependencia de la infancia fortalece nuestros vínculos humanos.  Con rapidez después del nacimiento, exhibimos diversas respuestas sociales (amor, temor, enojo). Pero el primero y más grande de éstos es el amor. Los apegos íntimos a otros seres humanos son el centro alrededor del cual gira la vida de una persona.
Algunos elementos son comunes a todos los apegos de amor (entre padres e hijos, entre amigos, entre cónyuges, etc.): entendimiento mutuo, dar y recibir apoyo, valorar y disfrutar el estar con el ser amado. Sin embargo, el amor apasionado se condimenta con algunas características agregadas: afecto físico, esperanza de exclusividad y una intensa fascinación con el ser amado. El amor apasionado no es sólo para los amantes. Los niños de un año de edad demuestran un apego apasionado por sus padres. 




Existen diferentes estilos de apego. Pero, aproximadamente siete de cada diez niños y casi la misma cantidad de adultos muestran un apego seguro. El apego seguro es un vínculo que se fundamenta en la confianza y que se caracteriza por la presencia de intimidad. Los adultos que han tenido un apego seguro en su niñez, encuentran fácil acercarse a los demás y no se inquietan por ser demasiado dependientes o por ser abandonados. Como amantes, disfrutan la sexualidad dentro de un contexto de una relación segura y comprometida. Y sus relaciones tienden a ser satisfactorias y duraderas.
Aproximadamente dos de cada diez adultos exhiben un apego evitante (estilo de relación marcado por un distanciamiento sin interés). Aunque se excitan de forma interna, los niños evasivos revelan poca angustia durante la separación o el abrazo al momento de la reunión. Estos adultos evitan la cercanía y tienden a estar menos comprometidos en las relaciones y son más proclives a abandonarlas. También tienen mayor probabilidad de participar en relaciones de una noche o en tener sexo sin amor. Los individuos evasivos pueden ser ya sea temerosos ("me siento incómodo al acercarme demasiado a otras personas") o rechazantes ("es muy importante para mí sentirme independiente y autosuficiente"). 




Por último, alrededor de uno de cada diez niños y adultos muestran la ansiedad y ambivalencia que marcan un apego inseguro (vínculos marcados por ansiedad, ambivalencia y sentimientos de posesión). En la situación extraña, tienen mayor probabilidad de abrazar ansiosamente a su madre. Si ella se va, lloran; cuando regresa, pueden portarse indiferentes u hostiles. Como adultos, los individuos ansiosos o ambivalentes son menos confiados y, por lo tanto, más posesivos y celosos. Pueden terminar repetidamente su relación con la misma persona. Al discutir conflictos, se vuelven muy emocionales y con frecuencia enojados. En el caso de las mujeres en el embarazo y si perciben enojo o poco apoyo de sus esposos, tienen un mayor riesgo de depresión seis meses después del nacimiento que las mujeres más seguras.
Estos estilos variados de apego se atribuyen al interés o respuesta de los padres con respecto a sus hijos. Y es que las experiencias tempranas de apego forman la base del modelo de trabajo interno o las formas características de pensar acerca de las relaciones. Así, las madres sensibles y receptivas generalmente tienen niños con apego seguro. Y jóvenes que han experimentado un estilo de paternidad cálido e involucrado tienden posteriormente a tener relaciones cálidas y de apoyo con sus parejas románticas. 
Si percibes que tu hijo puede poseer un apego ambivalente o inseguro, aún estás a tiempo, ¡ponte en mano de expertos!