¿POR QUÉ EL MATERIALISMO NO GENERA FELICIDAD?

Es sorprendente que el crecimiento económico de los países ricos haya fracasado en dar satisfacción. Sorprende aún más que los individuos que se empeñan más por la riqueza viven con menos bienestar, un resultado que surge nítidamente en todas las culturas. Quienes prefieren "intimidad, crecimiento interior y aportar a la comunidad" tienen mayor calidad de vida. 

Deténgase un momento y reflexione, ¿Qué fue lo más satisfactorio que le sucedió el mes pasado? Seguramente todo lo que hayas pensado esté relacionado con la autoestima, cercanía con los demás y autonomía (sensación de tener el control) como las necesidades emocionales que más correspondían a dicho acontecimiento. Al final de los factores que pronostican la satisfacción se suelen encontrar el dinero y los lujos.




¿Entonces por qué no somos más felices después de conseguir la casa hermosa y el coche nuevo? ¿Por qué el 41% de las personas consideran que el aire acondicionado en el coche es una necesidad? ¿Por qué los lujos de ayer son las necesidades de hoy?
Dos principios fundan esta psicología del consumo. 
-El fenómeno del nivel de adaptación
El fenómeno del nivel de adaptación implica que los sentimientos de logros o fracasos, de satisfacción o insatisfacción, son relativos a nuestros logros anteriores. Si nuestros logros actuales no llegan a lo que habíamos conseguido, nos sentimos insatisfechos, frustrados. Si superan esa marca, nos sentimos exitosos, satisfechos. 
Ahora bien, si continuamos con los logros, pronto nos acostumbramos al éxito. Lo que antes nos hacía sentir bien aparece como neutro y lo que antes era neutro ahora nos parece una carencia. Esto explica por qué, a pesar del aumento rápido del ingreso real en las últimas décadas, las personas promedio no es más feliz.




-Comparación social
Mucho de la vida es comparar. La felicidad también es relativa no sólo a nuestras experiencias, sino también a nuestras comparaciones con los demás. Que nos sintamos bien o mal depende de con quién nos comparamos. Cuando un futbolista firma un contrato anual por diez millones de dólares, su compañero de siete millones se siente insatisfecho.
Además, tendemos a compararnos hacia arriba: cuando trepamos la escalera del éxito o la riqueza, nos comparamos con compañeros que están en nuestro nivel o más arriba. Quienes viven en comunidades con ingresos desiguales, tergiversados por una clase muy rica, se sienten menos satisfechos cuando se comparan hacia arriba. La brecha entre ricos y pobres se ha ampliado y esto es parte de la explicación de que el incremento de la riqueza no haya traído un aumento de la felicidad. En general, las personas son más felices cuando los ingresos son más equitativos y pocas personas están muy por arriba de ellos. Así, cuanta más televisión vemos y comparamos nuestro estilo de vida con los más ricos, más crecen nuestros deseos materiales y menos satisfechos nos sentimos.