En un mundo donde cada vez es más tendencia aprender a vivir mejor, de manera más responsable, y siendo amable con el ambiente; se hace indispensable poder aplicar estas teorías ecológicas al manejo de nuestras habilidades personales, creando ambientes emocionalmente sanos.
La mala calidad en el trato hacia otros se ha
convertido en la norma, por lo que es común observar, e incluso participar en
agresiones físicas y verbales a empleados, jefes, pareja, padres, hijos,
familiares, vecinos, amigos, entre otros. Los casos de violencia van en aumento.
Muchos la consideran como una enfermedad que puede ser tratada, y con el
esfuerzo de todos, algún día podría ser erradicada.
Ciertas personas ya hacen uso del término “ecología
emocional” como una manera de adaptar las teorías ecológicas a la vida
cotidiana, no solo para aprender a convivir con el medio ambiente, sino con el
entorno en general, incluyendo a aquellos que nos rodean, o que en algún
momento pudiesen cruzase en nuestro camino.
Es un tanto complicado hablar sobre este tema cuando
desde pequeños no se nos enseñó a sensibilizarnos, sino que siempre se percibía
a las personas y circunstancias como ajenas y distantes. Además, tampoco existe
una cátedra que sea impartida para que todos puedan tomar conciencia sobre este
particular.
¿Por qué es bueno
aprender sobre este tema?
- Investigar, y aprenden sobre este tema podría
generar más conciencia acerca de la importancia que posee equilibrar la mente
con el espíritu, para de esta manera obtener una sana convivencia con nuestro
entorno, y nuestros allegados.
- Promueve excelente energía en todos los ámbitos
posibles.
- Crea más confianza en la relación jefe-empleado,
padre-hijo, entre amigos, y con la pareja.
- También ayuda a mejorar el comportamiento de la
sociedad en general, creando ambientes más tolerantes, con mayor comprensión y
respeto hacia el otro.
- Poseer prácticas emocionales sanas nos brinda un
mejor desarrollo personal, y lleva a una sociedad más equilibrada y libre de
perjuicios.
-También fomenta el autoconocimiento, buscando mejorar
nuestra relación con nosotros mismo, reconociéndonos como entes importantes y
valerosos, y desde allí apreciando y valorando a los demás. Si bien es cierto
que muchas veces no podemos controlar los diferentes eventos que ocurren a
nuestro alrededor, siempre podremos controlar la forma en cómo los afrontamos.
Tal como reza el dicho, “todo depende del cristal con
el que se observa”, si crees que una situación o persona es nociva para ti, en
efecto “así será”, pero si te perfilas hacia un lado más optimista, puedes
conseguir diversos pensamientos y opciones para alcanzar tus propósitos sin ver
en otros “enemigos” que cercenan tu felicidad.
Es importante que poseamos conciencia de que somos
dueños de nuestras acciones, responsables de las cosas que hacemos, y de
aquellas que dejamos de hacer. ¡De nada vale lamentarse, es preferible empezar
a actuar!
A medida que conozcamos nuestras emociones, y podamos
manejarlas de manera adecuada, más felices, y útiles seremos a la sociedad. Compartamos
nuestras propias experiencias, con ellas podemos influir en otros, y ser
promotores de la “Conciencia Ecológica-Emocional” que necesita nuestra
sociedad.