CELOS, ¿UN PROBLEMA SIN SOLUCIÓN?

El corazón humano es un laberinto de emociones, y los celos son, sin duda, una de las más complejas. A menudo hablamos de ellos como si fueran un "demonio verde", un sentimiento que corroe la confianza y destruye relaciones. Pero, ¿te has preguntado alguna vez lo siguiente?: ¿Son realmente un problema sin solución, o por el contrario, son una señal o un síntoma de algo más profundo que necesitas atender? En este artículo daremos respuesta a esas interrogantes. Con esto lo que queremos es ofrecerte una comprensión más clara de este sentimiento que, aunque incómodo, es una parte intrínseca de nosotros mismos. Así que, acompáñanos.

 

Todos, sin lugar a dudas, piensan que los celos son casi siempre negativos. Los asocian con la desconfianza, el control y la inseguridad. Sin embargo, podemos decir que en su forma más básica, son una respuesta natural a una amenaza percibida. El problema surge cuando esa amenaza es imaginaria, cuando la inseguridad personal proyecta sombras donde no las hay. Debes ser consciente de que entender los celos no se trata de justificarlos, sino de desentrañar su complejidad.




¿Cuándo y por qué surgen los celos?

 

Contrario a lo que muchos pueden pensar, los celos no son un sentimiento que aparece de la nada. Más bien, suelen ser el resultado de una mezcla de factores, tanto internos como externos. Ahora bien, ¿alguna vez te has preguntado por qué una situación que a una persona le genera calma, a otra le provoca un torbellino de emociones? La respuesta podemos encontrarla en nuestra historia personal y en nuestras inseguridades.

 

Entre las principales causas tenemos a la baja autoestima. Como es de esperar, las personas que no se sienten dignas de amor o que dudan de su propio valor son más propensas a temer que su pareja las abandone por alguien "mejor". ¿Cómo podrías creer que alguien te ama de verdad si tú mismo no te amas?

 

Otro elemento que debemos considerar es la dependencia emocional. Cuando la felicidad de una persona está atada por completo a la presencia de su pareja, la idea de perderla se convierte en una amenaza existencial. En este caso, los celos son un mecanismo de defensa para evitar la soledad.

 

Por otra parte, si nos referimos a la historia personal de cada quién, podemos afirmar que las experiencias pasadas, como una traición o un abandono, dejan cicatrices profundas. Estas heridas pueden hacer que una persona se mantenga en un estado de alerta, buscando señales de infidelidad o desinterés incluso en las situaciones más inocentes. Aquí deberíamos preguntarnos, ¿es justo que una nueva relación pague los platos rotos de una historia pasada?

 

Y por último, la falta de comunicación es un elemento que también puede contribuir al desarrollo de los celos. Cuando las parejas no hablan abiertamente de sus miedos, inseguridades o límites, el silencio se llena de suposiciones y fantasmas. Estarás de acuerdo con nosotros cuando afirmamos que el miedo a lo desconocido a menudo es más aterrador que la realidad.

 

¿Soy celos@?

 

Seguro que en algún momento de tu vida te has hecho esa pregunta. Responderla puede resultar desafiante. Lo primero que solemos hacer es negar el sentimiento, ya que se asocia con debilidad o irracionalidad. Sin embargo, ser honestos con nosotros mismos es lo mejor para entender y gestionar esta emoción. ¿Cómo saber si la preocupación que sientes es sana o si ya se ha convertido en una manifestación de celos destructivos?

 

Una gran bandera roja es la necesidad de controlar a la pareja. ¿Sientes la necesidad de revisar su teléfono, sus redes sociales o de saber dónde está en todo momento?, ¿te molesta que pase tiempo con sus amigos o que tenga una vida social independiente? Si tu respuesta a estas preguntas es afirmativa, entonces debes estar alerta, pues puede ser que el germen de los celos esté en ti. Muchos alegan que la necesidad de control es motivada por una preocupación genuina, cuando en realidad es un intento de mitigar la propia inseguridad.

 

Otra señal a la que debes estar atento es la interpretación negativa de situaciones ambiguas. Un mensaje de un colega, un retraso de unos minutos o un comentario casual pueden convertirse, en la mente de una persona celosa, en pruebas de una infidelidad. La duda se convierte en la única verdad posible.

 

Igualmente, la incapacidad de disfrutar el momento también puede ser un indicador. Si en lugar de vivir el presente con tu pareja, te obsesionas con fantasías de traición o con la idea de que la relación terminará, los celos te están robando la felicidad. Vale preguntarte entonces, ¿puedes disfrutar de un paseo o de una cena sin que la sombra de la desconfianza te acompañe?

 

Finalmente, los ataques de ira o las discusiones recurrentes por motivos triviales también pueden ser una manifestación de celos. Recordemos que el miedo y la inseguridad se canalizan a través de la ira, creando un círculo vicioso de conflicto y dolor del que es muy difícil zafarse.



 

Celotipia: cuando los celos van más allá

 

¿Sabías que, en ocasiones, los celos se consideran un problema de salud mental? El nombre que le damos a esto es celotipia, también conocida como celos patológicos. Es un trastorno delirante en el que una persona tiene la convicción, sin base real, de que su pareja le es infiel. Pero, ¿cómo distinguir una simple inseguridad de una patología?

 

En primer lugar, la celotipia se caracteriza por la presencia de ideas fijas y delirantes. A diferencia de una persona celosa que, con pruebas, puede calmarse, el celoso patológico no lo hará. La paranoia es extrema, y la persona puede llegar a tener comportamientos de acecho, hostigamiento e incluso violencia.

 

En este caso, podemos afirmar sin lugar a dudas que la emoción de celos se ha desvinculado por completo de la realidad. El problema no es la pareja, sino una distorsión de la percepción. Los celos patológicos ya no son un problema de la relación, sino un problema individual que requiere atención profesional.

 

¿Cómo hacer frente a los celos?

 

Si estás un poco aprehensivo con lo que has leído, no te preocupes, pues los celos, en cualquiera de sus formas, pueden ser manejados. ¡Veamos cómo!

 

El primer paso es el autoconocimiento. ¿De dónde vienen tus celos?, ¿son el resultado de una inseguridad, de un trauma pasado o de una dependencia emocional? Entender la causa es fundamental para poder abordarla. ¿Has considerado que la solución no es controlar al otro, sino trabajar en ti mismo?

 

Así mismo, la comunicación abierta y honesta es un pilar fundamental. En lugar de culpar, es mejor expresar tus miedos y vulnerabilidades. Ten en cuenta que decir "me siento inseguro cuando..." es mucho más efectivo que "tú me haces sentir celoso".

 

Establecer límites saludables también es importante. La base de una relación sana no es el control, sino la confianza. Deben hablar sobre temas como lo que esperan el uno del otro y sobre el tiempo que pasarán juntos y el que pasarán por separado, entre otros.

 

Además de esto, es vital reconocer cuándo la ayuda de un profesional es necesaria. Los celos que generan un sufrimiento significativo en la persona y en la pareja no deben ignorarse. Un terapeuta  puede proporcionar las herramientas y un espacio seguro para trabajar en las inseguridades y patrones de pensamiento que alimentan a los celos.

 

Como ves, los celos no tienen por qué ser un problema sin solución. No son más que un reflejo de nuestras inseguridades, y al entenderlos y enfrentarlos nos convertimos en personas más seguras y emocionalmente sanas. Por lo tanto, debemos preguntarte, ¿estás listo para dejar de verlos como un enemigo y empezar a entender lo que te quieren decir?