Ninguno de nosotros ha nacido con necesidades
psicológicas para obtener logro, poder, dinero, una calificación alta de
promedio, o un nuevo coche que impresionará a nuestros amigos. Pero cada uno de
nosotros desarrolla muchos de tales esfuerzos, al menos hasta cierto grado. La
experiencia personal, las oportunidades y presiones de socialización, y nuestra
historia única de desarrollo nos enseñan a prever experiencias emocionales más
positivas en algunas situaciones que en otras. Las experiencias nos enseñan a
asociar la experiencia emocional positiva con ciertos dominios (oportunidades
de logro, afiliación, intimidad, poder) y la anticipación de una experiencia
emocional positiva en dichos dominios nos conduce a organizar nuestras metas,
planes y estilo de vida alrededor de ellas. Con el tiempo, adquirimos
preferencias para situaciones, pasatiempos y carreras que involucran y satisfacen
las necesidades que adquirimos y valoramos. Algunos de nosotros aprendemos a
preferir situaciones que nos desafían con estándares de excelencia evidentes
(por ejemplo, necesidades de logro). Otros aprenden a preferir situaciones que
ofrecen oportunidades plenas para relacionarse (es decir, necesidades de
afiliación e intimidad). Incluso otros más se inclinarán por situaciones que
les permiten capitalizar su reputación o ejercer influencia sobre otros
(necesidades de poder).
La gente alberga una multitud de necesidades, algunas
de las cuales se originan debido a estructuras cerebrales heredadas y por la
historia evolutiva para regular la homeostasis corporal (necesidades
fisiológicas); otras son disposiciones innatas en el córtex cerebral para
proporcionar elementos psicológicos en el crecimiento y en el desarrollo
saludable (necesidades psicológicas orgánicas), otras más son disposiciones que
aprendemos y que nos obligan a preferir algunos aspectos del ambiente, en lugar
de otros aspectos (necesidades sociales), y una más existen como voluntades y
deseos inducidos por las situaciones (cuasi-necesidades).
Las necesidades sociales surgen de las preferencias
obtenidas a través de la experiencia, la socialización y el desarrollo. Tales
necesidades persisten a lo largo del tiempo y existen dentro de nosotros como
diferencias individuales adquiridas y como parte de nuestra personalidad. Las
cuasi-necesidades son más efímeras e incluyen voluntades promovidas por las
situaciones, como la necesidad inmediata de dinero, de autoestima, un paraguas
cuando llueve, un producto en el aparador de una tienda, casarse antes de los
30 etc.