A menudo nos preguntamos si nuestras percepciones se
parecen a las de los demás. En esta sección examinaremos la idea de que tal vez
haya diferencias entre las experiencias perceptuales, pero, como todas son
privadas, no tenemos modo de saber lo que sienten los otros.
Dos personas pueden tener experiencias perceptuales
distintas de los mismos estímulos, ¿podremos saber en algún momento si dos
personas tienen exactamente la misma experiencia perceptual? La respuesta es
que no tenemos modo de saberlo, puesto que, como dijimos, la percepción es una
experiencia privada.
La noción de que las percepciones son experiencias
privadas es cierta para todos los sentidos, pero en particular respecto al
dolor. Podemos apreciar el por qué si volvemos a la visión cromática. Si
alguien le dice "yo lo veo azul" y tanto él como usted cuentan con
visión tricromática, tienen por lo menos una idea aproximada de lo que
significa ver "azul" para el otro. En cambio, si le dice "me
duele mucho", ¿qué sabe de esa experiencia? "Duele mucho" puede
describir una gama amplia de experiencias nada más para usted; entonces, ¿cómo
llegar a saber lo que significa para el otro? Revisemos algunas de las razones
de que se nos dificulte relacionar las experiencias dolorosas de los demás:
- El dolor puede
ocurrir sin estimulación externa: Las jaquecas o el sufrimiento del cáncer terminal
vienen del interior. Uno de los ejemplos más notables de dolor interno es el
fenómeno del miembro fantasma, que refieren las personas que han sufrido una
amputación. Estas personas no sólo tienen la sensación de que aún está el
miembro, sino que incluso dicen sentir dolor.
- El dolor está
influido por otros factores además del daño de los tejidos: Factores como
las emociones, las expectativas y la tensión pueden producir dolor. Así, cuando
dos personas se exponen al mismo estímulo externo, es posible que una sienta un
dolor intenso mientras que otra experimente poco o nada.
- Cada quien
describe los estímulos a su manera: Hace años se hizo un
experimento en el cual pedían a atletas y a otros hombres que no eran atletas
que calificaran su grado de dolor en respuesta a la inmersión de las manos en
agua helada. Aunque ambos grupos fueron expuestos al mismo estímulo, las
atletas calificaron su dolor como menos intenso. Quizá durante las penosas sesiones
de entrenamiento habían aprendido a tolerar niveles más elevados de dolor.
- El dolor puede
significar cosas distintas para personas diferentes: Aplicamos la
palabra "dolor" a las aflicciones físicas y emocionales, y a veces no
distinguimos bien unas de otras.
Todos estos ejemplos ilustran por qué es tan difícil
describir el dolor o compararlo entre las personas y por qué es quizá el más
privado de nuestros sentidos.