En los últimos años las redes sociales han logrado
llegar a posicionarse como uno de los pilares fundamentales de la comunicación
e interacción en nuestra sociedad. Por medio de ellas podemos compartir
mensajes personales, información de interés, información profesional,
fotografías y videos tanto con nuestros familiares como con nuestros amigos.
Entre las redes sociales más populares con las cuales
solemos interactuar a diario, se encuentran las siguientes:
-Facebook.
-Youtube.
-Instagram.
-Linkedin.
-Google +.
-Twitter.
-Snapchat.
El contenido que
publicamos en las redes a diario suele abarcar una gran diversidad de temas,
entre los cuales podemos destacar: ocio común, artículos -educativos,
tecnológicos, religiosos y científicos-, noticias, política, nuestras vivencias
diarias y por supuesto eventos de nuestra vida privada. El poder interactuar a
diario con toda esta variedad de contenidos nos resulta muy placentero, ya que
además de regalarnos risas, informarnos con temas de interés, darnos gratos
recuerdos y mantenernos conectados con nuestros contactos, permite que por
momentos nos distraigamos de una manera sana de las presiones, estrés y fatiga
mental que podamos estar experimentando en el desempeño de nuestras
responsabilidades diarias, (trabajo, estudios o cualquier actividad que estemos
realizand)-.
Es importante destacar que el uso y dominio de estos
medios exige de nosotros un continuo aprendizaje (alfabetización digital), para
poder mantenernos al día ante la constante evolución y nacimiento de nuevas
redes. Lamentablemente, para algunas personas no les es tan fácil adquirir el
manejo de ellas y ante la frustración que esto les causa, se ven motivados a
realizar el abondo de sus cuentas desistiendo al uso de las mismas. Al no estar
presentes en las interacciones a través de las redes sociales, pueden llegar a
ser catalogadas como personas “anticuadas” e incluso ser víctimas de bullying,
llevándolos a experimentar episodios de depresión.
El dedicarle tiempo de
una manera excesiva a la consulta de las actualizaciones de nuestras redes
sociales, puede afectarnos negativamente en nuestro día a día, ya que
constantemente nos ocasionaría un desenfoque sobre cualquier actividad o
trabajo que estemos realizando, desencadenando además una baja considerable de
nuestro rendimiento.
El uso de manera compulsiva puede causar en nosotros
sentimientos de envidia, tristeza y hasta incluso depresión, al observar
publicaciones de nuestros contactos sobre situaciones o adquisiciones que se
encuentran fuera de nuestras posibilidades actuales, -viajes, cruceros, la
compra de un nuevo automóvil, ascensos laborales, la adquisición de cualquier
dispositivo electrónico de alta gama, entre otros-.
También puede generarnos fuertes crisis de ansiedad,
cuando por factores adversos no podemos estar conectados para mantenernos al
tanto de todo lo que sucede en el mundo digital. Esto es conocido como FOMO (fear
of missing out), lo cual traduciríamos como miedo a perderse algo.
Los avances tecnológicos siempre traen consigo mejorar
nuestro bienestar general, en nosotros está el saber usarlos de manera
adecuada, para así minimizar el riesgo de ser afectados negativamente por
ellos. Recordemos además que ninguna plataforma virtual supera, la belleza de
la interacción física con nuestros semejantes.