Tal vez alguna vez te hayas preguntado cómo o de dónde
surge el miedo, y es que la responsable principal de la sensación angustiosa
del miedo la tiene una pequeñísima parte del cerebro llamada amígdala.
Cuando a través de tus sentidos (principalmente la
vista y el oído), captas estímulos diferentes a los normalmente percibidos,
la amígdala lanza señales al cuerpo y aparece el miedo como forma de
protección.
¿Es el miedo
saludable?
No el miedo que paraliza, por supuesto que no, ese que
nos impide avanzar, hablar o pensar no es el miedo al que hacemos
referencia. Sino aquel que aparece justo cuando estamos a punto de cometer
un error, aquel con el cual Pepito Grillo de Pinocho, surge de la nada para
decirnos "¡No lo hagas! ¡Detente!".
Los animales actúan instintivamente, saben cuándo hay
peligro a su alrededor. En el hombre la situación es más compleja, pero lo
creas o no, existe un miedo bueno, y es justamente el que nos previene de
actuar ante determinadas situaciones, el miedo que actúa como un sexto sentido
que evita que nos afectemos física o emocionalmente.
Todos sentimos
miedo
Por muy valiente que digas ser, todos, absolutamente
todos, en múltiples momentos de la vida sentiremos miedo, ya sea físico,
emocional o al futuro que no sabemos si llegará o no.
He aquí algunos
de los miedos más comunes:
Miedo escénico: La
mayoría de las personas han experimentado esa sensación de vacío estomacal,
frío, sudoración e incluso desasosiego que se produce cuando debemos exponer
puntos de vista frente a un público, sin embargo, este miedo es manejable en la
mayoría de los casos si es tratado con técnicas adecuadas de oratoria y manejo
de autoestima. Salvo los casos más difíciles en los que el cuerpo se paraliza o
la persona pierde el control de sus funciones, en este caso es necesario acudir
a un psicólogo u orientador.
Miedo a
enamorarse o filofobia: Si, lees bien, miedo a experimentar amor hacia la
pareja y amigos. Por lo general este miedo surge porque el afectado se crea
falsos conceptos a cerca del afecto y el abandono, o los ha experimentado
previamente, lo que crea traumas tan intrínsecos en la persona, que para
eliminar la ansiedad que produce se debe acudir a profesionales.
Del miedo se
aprende
El miedo alecciona, cuando la persona toma conciencia
de que la mayoría de sus temores son infundados y por lo tanto son más un
producto de la anticipación a los hechos, recuerdos de experiencias negativas
anteriores, o incluso de experiencias que ocurrieron en la niñez temprana y por
lo tanto no son recordables. Aprender a manejar las emociones, se convierte en
un reto que hace de quien los enfrenta una persona más fuerte y madura.
Debemos aprender a convivir con el miedo, porque,
aunque superes algunos temores, siempre surgirá uno nuevo, lo que no debes
jamás es permitirte vivir con miedo.