Viajar es para algunos el momento más anhelado,
planificado e idealizado de todo el año. Terapeutas, psicólogos y coach
explicamos que viajar tiene tres partes fundamentales y necesarias para ser
disfrutado por completo: La planificación, la vivencia del viaje y por último
el placer de recordar lo vivido.
Algunos creen que, en la planificación de un viaje, se
producen tantas endorfinas como en el momento mismo de la experiencia de dicho
viaje. Para otros, sin embargo, la idea de viajar puede convertirse en un
tormento.
Viajar tiene sus pros y sus contras, según diversos factores como por
ejemplo la edad del viajero, el destino, las circunstancias que originaron el
viaje y hasta las personas a conocer.
Pero, ¿cómo afectan los viajes constantes tu salud
física y mental? En épocas de vacaciones las personas se desplazan grandes
distancias desde su lugar de origen para escapar de la rutina y recobrar
energía.
Sin embargo, para los llamados “viajeros frecuentes”,
planificar vacaciones incluye casi cualquier cosa menos movilizarse. Y es
que viajar constantemente trae consigo consecuencias que van mucho más allá del
disfrute. La realidad es que el cuerpo sufre y la mente también.
Quienes viajan constantemente, experimentan
desorientación viajera, el cambiar de lugar frecuentemente altera las
actividades diarias y los horarios establecidos para situaciones rutinarias
como dormir, comer o socializarse. El acostarse en una ciudad y despertar en
otra con otro clima y horario, puede afectar la vida de muchos. Es
necesario estar en constante readaptación para comprender ciertos aspectos culturales
del lugar a donde se llega, habituarse a nuevas comidas y personalidad de
quienes son autóctonos del lugar.
Además, la falta de ejercicio y movilidad durante las
horas del viaje, puede generar riesgos cardiovasculares e infartos, aumentos en
el peso corporal, estrés, problemas en la columna, depresión y mal humor. Sin
contar con problemas mayores como promover la infidelidad y separaciones.
Viajar constantemente también implica permanecer lejos
de la familia, perdiéndose momentos importantes. Las amistades también se ven
afectadas, ya que cada vez habrá menos momentos para compartir, o se requerirá
de mucha más planificación para poder reunirse y salir.
Algunas recomendaciones para los viajeros frecuentes
son: evitar la ropa ajustada, hidratarse muy bien antes, durante y después del
viaje, incluir en la dieta fibra y frutas, evitando frituras y carnes rojas,
hacer mucho ejercicio o caminar cuando sea posible para promover la circulación
de la sangre y evitar posibles tromboflebitis.
Disfrutar de la familia al máximo te servirá para
crear sólidos nexos y recuerdos agradables de ellos cuando no los tengas cerca
y compensará tus ausencias. También puedes hacer un diario de cada viaje,
donde incluyas anécdotas y aprendizajes para compartir con tus seres queridos.
Y aunque las vacaciones y viajar no sean tu fuerte, o
no te generen motivación suficiente, recuerda que no es el viaje, sino la
familia lo que cuenta y ellos llevan un ritmo de vida distinto al tuyo. Es
normal que anhelen salir de vacaciones y conocer lugares distintos de los que
por sus actividades diarias se ven privados a conocer. Lo que para ti es
rutina, para tu familia es diversión, placer y esparcimiento.
Recuerda que siempre se puede aprender algo nuevo,
degustar algo nuevo y pasar buenos momentos no tan lejos de casa, así la
experiencia de viajar se hace tolerable para todos.