Los motivos que llevan a una infidelidad son
múltiples. Cada relación presenta situaciones que, para una de las partes,
justifica la acción tomada. Pero, ¿de verdad existe alguna excusa para ser
infiel a tu pareja? Esta puede ser la forma más “fácil” para evadir los
conflictos internos. Buscar a “otra” u “otro” es la forma fácil mediante
la cual alguno se esconde y por un tiempo escapo de la realidad.
El ser infiel propicia un clima de inestabilidad en el
ambiente familiar. Ambos miembros están involucrados directa e indirectamente
en el hecho (y si hay hijos, estos también pasan a formar parte de la
situación).
Por más oculto que parezca, automáticamente comienzan
a brotar conductas y acciones contrarias a lo cotidiano. En algunas
ocasiones se suscitan más conflictos y peleas de lo usual, hasta llegar a
discusiones interminables surgidas de la nada. Evidentemente, cada integrante
absorberá parte del problema.
No importa la edad de los hijos, de igual forma quedan
afectados. Cuanto más pequeños, las huellas en el ámbito psicoemocional son más
profundas.
Por lo general los padres creen que los niños no se
dan cuenta, y tienden a dar por hecho que no se debe dar ninguna explicación de
lo que está pasando. Las excusas más comunes son: ellos no entienden, es
mejor no involucrarlos, esos no son sus problemas. Es cierto no es
problema de los hijos, ni ellos pueden resolverlos. Pero están de igual forma
captando la atmósfera hostil del hogar
¿Cuál es el
impacto en los hijos? y ¿cómo podemos ayudarlos?
La culpa empieza a hacer de las suyas en los
sentimientos de los hijos a través de procesos inconscientes que tarde o
temprano repercuten en su autoestima. Tal vez no lo notas de inmediato, pero
con el correr de los años, sobre todo en la adolescencia, comienzan a aparecer
las secuelas de la infidelidad de los padres.
Uno de los síntomas más comunes cuando son
estudiantes, es sacar malas notas o reprobar los exámenes. Durante la crisis es
posible incluso que pierdan el año escolar. Los jóvenes pueden pasar por
depresiones profundas; otros por el contrario tratan de llamar la atención con
actos agresivos. El dolor producido por la pérdida o distanciamiento se
oculta debajo de la rabia. Preferimos agredir antes de dejar salir la inmensa
tristeza que se siente.
La desconfianza en las relaciones es otra expresión
inconsciente que se apodera del ser. Al sentir miedo al abandono por
nuestros seres queridos, se hacen asociaciones automáticas: mis padres que son
los seres que más me aman, me cambian y abandonan. Entonces es probable que, si
entrego mi amor nuevamente, me vuelvan a dejar. Otra forma de expresarlo es:
antes que me abandonen, huyo yo de la relación.
Tal vez no se pueda recuperar la confianza en la
pareja después de sufrir un engaño, y la ruptura sea inminente, pero como
adultos, la mejor forma de aminorar el impacto del engaño y la separación, es
enfrentar “el problema” y buscar las soluciones menos traumáticas. Entre
ellas conversar con los hijos y exponer la situación, para no dejar a la
imaginación suposiciones fuera de la realidad. Aunque el amor ya no exista
en la relación, eso no quiere decir que a los hijos se les deje de amar.
En Mi Psicólogo Getxo encontrarás a psicólogos especialistas
en terapia familiar, ellos pueden orientarte sobre la mejor manera de conducir
los cambios que ocurran en la familia durante y después de una infidelidad.