QUEJAS MÁS COMUNES DE LAS PAREJAS

Otros investigadores como (Kalish 1985; Zisook y otros 1995) difieren de la postura de Kübler-Ross, y explican que cada paciente es diferente en su reacción. Las emociones pueden surgir sin un orden específico e incluso varias a la vez.
¿Qué requiere un enfermo terminal?
El apoyo de los seres queridos le garantiza al enfermo terminal que no será abandonado. La consideración y la atención a sus necesidades físicas y afectivas son un alivio en medio del padecimiento. El acompañamiento suele ser doloroso, al ver como un ser querido va poco a poco perdiendo sus facultades.
El ambiente donde pase sus últimos días puede hacer menos estresante la partida. Muchos enfermos prefieren estar en su casa rodeados por sus seres queridos. En todos los casos esto no es posible dependiendo de la enfermedad que atraviesen, debiendo permanecer en el hospital bajo el seguimiento continuo de médicos y enfermeras.
También el aspecto religioso permite tanto al paciente como a su familia, obtener la paz y tranquilidad espiritual necesaria para aceptar la enfermedad y el futuro incierto.



¿Cómo asumir la queja?

Tenemos varias opciones: ignorarla; escuchar y no hacer nada al respecto; asumir una actitud abierta para escuchar, compartir ideas y cambiar.

¿Cuáles pueden ser las razones para quejarnos y sus soluciones?

- No escuchar al otro: Nuestros ojos pueden estar enfocados en la pareja cuando nos habla, pero nuestra mente y atención en otra cosa. Posteriormente, nos pregunta nuestra opinión, y no sabemos qué decir. Esto puede suceder con mucha frecuencia, por estar más enfocados en las situaciones laborales, estrés y preocupaciones en general.

Por eso es recomendable buscar el momento apropiado en el cual la atención de ambos se centre en el punto a debatir.
-Los celos: Producto de la inseguridad y falta de confianza. Este se ha incrementado con el uso de la tecnología. Las redes sociales han puesto en jaque muchas relaciones. Se puede usar el móvil, pero con mesura y respeto hacia el otro, mostrando abiertamente que no hay nada que ocultar.
-Las relaciones sexuales: Con el día a día se va perdiendo la espontaneidad para expresar nuestros deseos. En ocasiones siempre es uno el que toma la iniciativa y el otro se acostumbra a esperar recibir. Otra razón radica en la rutina, la cual va apagando la pasión. Por creencias familiares y tabúes, muchos callan y poco a poco se resiente la relación.
El desafío es soltar el miedo a decir abiertamente lo que queremos del compañero.



-Yo soy la persona que resuelve todo: Las cargas mal repartidas en las responsabilidades son un punto de quiebre. Generan estrés, cansancio físico y emocional.
Es esencial establecer responsabilidades que cada uno pueda cumplir, y pedir ayuda cuando sea necesario. 
-Siento que ya no me quiere: Con el tiempo perdemos los detalles y las formas de manifestar el cariño. 
No es necesario derrochar sumas de dinero en detalles constantes, simples muestras de afecto y atención pueden hacer la diferencia. Un beso, caricias, invitaciones imprevistas, son muestras que a pesar de lo ocupados que estén, hay tiempo para el amor.
- No contesta mis mensajes: ¡Insisto e insisto y no me responde! Suele ser un reclamo constante. Nos encerramos en la idea de que no contestar las llamadas es porque ya no somos importantes para la otra persona. A veces es por descuido y otras por exceso de ocupación.
Se hace necesario en estos casos conversar con el otro sobre lo importante de ser atendido oportunamente.
- Los reproches y las acusaciones: No es lo que se dice, sino como se dice. Hasta el tono de voz puede suscitar rechazo y no es un buen comienzo para iniciar el diálogo.
En algunos casos, la conversación se vuelve agresiva, sin llegar a acuerdos sanos. Es por ello que se recomienda buscar soluciones prácticas para evitar que las quejas se repitan. 
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