Si alguna vez viste la película “El Perfume” entenderás
que las feromonas pueden concebirse como “el olor de la
pasión”. Científicamente hablando, estas son sustancias químicas que
expiden los animales y las plantas, y que son percibidas por la misma especie,
de este modo consiguen atraer especímenes para apareamiento o repeler peligros.
En los seres humanos, estas hormonas producen además
otros efectos. Es un fenómeno común que las mujeres que viven juntas por
ejemplo en residencias universitarias, sus ciclos menstruales se alinean de tal
manera que acaban menstruando a la vez.
Esto sucede porque instintivamente las hormonas tratan
de enviar señales químicas al entorno para atraer parejas y luchar por la
supervivencia de la especie. Es decir, es como que inconscientemente una mujer
luchara con la otra para aparearse con “los machos al alcance”.
De hecho, las feromonas se expulsan del organismo
humano a través del sudor, cada vez que sudamos, transmitimos estos mensajes
que incluso hacen entrar en estados de excitación a otros.
El órgano vemoronasal
Aun cuando las feromonas no poseen olor ni sabor, el
olfato humano las percibe, detectando las sustancias químicas que las componen
y generando sensaciones en el organismo. Esto se logra gracias al órgano
vemoronasal, responsable de captar el olor de las hormonas y conducir el
mensaje hasta el hipotálamo, desencadenando así una emoción: “la excitación”.
Lo mismo sucede con la repulsión que experimentamos
con el olor de la basura, o el agrado hacia una determinada colonia o el olor
de unas galletas recién horneadas.
Es posible que justo ahora te preguntes ¿cómo es que
si las feromonas no poseen olor se consiguen frasquitos que las contienen en
las tiendas para adultos? La respuesta va más allá del marketing y el engaño.
Este es un descubrimiento que data de finales de los
años 80 en el que algunos investigadores desvelaron cuáles eran los componentes
del sudor humano, para así poder sustituirlo por ácidos grasos de animales y
plantas. De esta manera comercializaron “Feromonas Sintéticas”, las cuales
se popularizaron como un auxiliar en materia erótica, generando el mismo efecto
que las feromonas que produce el cuerpo humano naturalmente.
Otros estudios indican que el poder de las feromonas
no es tan contundente como se cree, ya que cada persona posee una percepción
distinta acerca de los olores o lo que es igual, los gustos olfativos difieren
de unos a otros. Si el olor no desencadena una emoción que proviene de un
recuerdo almacenado en la mente, no tendrá impacto en el mismo.
Lo que si se ha podido comprobar es que tanto animales
como humanos “femeninos” en su período fértil son capaces de generar más
estímulos sexuales que cuando deja de estarlo. Cabe resaltar que más allá
de las hormonas, se requiere de gestos faciales, vestuario acorde a la ocasión
y de un buen desarrollo de la empatía para conseguir llamar la atención del
otro y atraerlo realmente.
Solo así se consigue de manera real que surja el amor,
sin los elementos anteriormente señalados, el poder de estas hormonas pasaría a
la historia.