La forma en la que nos referimos a nosotros mismos o
cómo nos percibimos, incluyendo nuestro temperamento, valores, creencias y
nuestra personalidad, conforman nuestra identidad. Esto también abarca
cada uno de los roles que asumimos dentro de la familia, el trabajo, el
ambiente educativo y en general, en cualquier ámbito de la sociedad.
Gracias a nuestra identidad, las personas logran
identificar nuestros gustos, intereses, modos de proceder y de esta forma
consiguen hacerse una idea “general” de quienes somos.
En la actualidad, el crecimiento indetenible de la
tecnología y en especial de las redes sociales, contribuye a que sus usuarios
se muestren cada día menos auténticos. La exageración de las cualidades,
atributos, destrezas y hasta bienes materiales, crean una falsa percepción de
sí mismo, para así poder incidir de alguna manera en otros llamando su
atención, mientras la persona se siente “bien” consigo mismo.
Todas las
personas luchan de alguna manera con quiénes son
Constantemente nos estamos preguntando y mejorando
respuestas a interrogantes como: ¿estoy haciendo lo que debería hacer?,
¿realmente me siento bien con quién soy?, ¿lo que ven los otros de mi es
realmente cierto?, ¿estoy demostrando adecuadamente mis valores e intereses?
Tantos cuestionamientos y preocupaciones en torno a la
imagen que proyectamos de nosotros mismos pueden degenerar en una crisis de
identidad.
¿Cómo saber si
nuestra identidad es estable?
Una de las formas tal vez más sencillas para
determinar si tu identidad es estable, es comprender que debemos ser nosotros
mismos, sin importar la circunstancia o las personas que nos rodeen quienes
tomemos las decisiones.
Para explicarlo de una mejor manera: cuando una
persona está en equilibrio con su identidad, no intentará compararse con otros
y aceptará sus debilidades y fortalezas. Lógicamente el estrés, la
presión social, la rutina del día a día, la pareja y los hijos, pueden incidir
un poco en el estado anímico. Pero quien es estable, sabe manejar cada una
de estas situaciones, comprendiendo que, si falla en alguna faceta o no puede
cumplir a cabalidad con todas, no supone el fin del mundo ni de su propia
autoestima.
Y aun con todas las variaciones de problemas con las
que se debe lidiar, la persona mantiene un estado de ecuanimidad que le permite
sopesar cualquier circunstancia, sin afectar a otros ni dar una impresión
distinta según la persona a la cual se dirige.
¿Cuándo se puede experimentar una crisis de identidad?
Las personas “sanas emocionalmente” están a expensas
de experimentar crisis breves de identidad cuando por ejemplo se enfrentan a
eventos importantes que desajustan la normalidad de la vida. La muerte
inesperada de un ser querido, un divorcio, un despido injustificado, tener que
mudarse de ciudad o de país dejando a la familia atrás son ejemplos de
ello.
Pueden dejar a la persona completamente desubicada y
con la sensación de desamparo temporal, que genera una pérdida del control y
del sentido de la vida. Pero las propias creencias, motivos personales y
autoestima permiten que la crisis se supere rápidamente. En caso contrario
se hace necesario buscar ayuda profesional para evitar caer en la depresión.
La vida consiste en explorar y conocer quién somos, si
descubres que presentas falta de identidad, inestabilidad emocional, estrés,
depresión, que te impiden mostrar al mundo la valiosa persona que eres
realmente, tienes el deber de analizar tus comportamientos, descubrir tu valor
personal y salir adelante.
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