Para algunos el concepto de felicidad es comparable con un camino muy empinado. Pero para los que son capaces de apreciar su belleza a pesar de cualquier inconveniente, esta resulta una aventura que merece ser vivida y es por ello que se atreven a avanzar en su búsqueda. También podríamos comparar la sensación de dicha, con una medicina que no tendrá un efecto curativo de inmediato, pero si cumples con el tratamiento ¡sanarás!
Pero, ¿qué es realmente?, ¿por qué hay tantas personas
interesadas en encontrarla? Podría decirse que es un estado de ánimo envolvente
y además placentero, que indica satisfacción y gozo, cuando la persona disfruta
de algo que considera bueno para sí mismo o para el colectivo.
¿De dónde
proviene?
Existen diversas maneras en las que un individuo puede
llegar a disfrutar de este estado personal, pero se deben entender que se
requiere de “paciencia y constancia”. Es por esto por lo que hay muchos que se
desaniman cuando reciben únicamente resultados pasajeros.
La percepción de “dicha efímera” en la etapa adulta,
puede estar relacionada con nuestra formación desde la niñez. Nuestros padres,
nos acostumbraron a que ellos eran los portadores de todo lo que requeríamos
para saciar nuestras necesidades y por ende buscaban el medio adecuado para
complacernos y mantener a salvo.
A medida que crecemos y nos convertimos en seres
independientes, nos damos cuenta que las cosas son diferentes a como las
percibíamos de niños. Ya que, para poder saciar nuestras carencias económicas e
incluso emocionales, requerimos de trabajo constante, situación que genera
desaliento en muchas personas.
¿Cómo algunos
sabotean su dicha?
Cuando la persona no es consciente que lo que posee
(habilidades emocionales o físicas) supera las desavenencias que pueden ir
surgiendo en su vida, intentará encerrarse en vicios, drogas, sexo
descontrolado, acumulación de objetos, entre otros. En donde únicamente
encuentra placer momentáneo, lujos y personas interesadas que le rodearán y
desecharán más adelante.
De igual manera, cuando se trivializa la comunicación
con otros, solo porque tienes el “deber” de hablarles (esto incluye a parejas,
padres e hijos, hermanos, compañeros de escuela o trabajo entre otros tantos)
sin tomarse el tiempo de empatizar o compartir tus experiencias y temores.
Es así como se estropea por completo la posibilidad de
sentirse bien.
¿Cómo traerla de
regreso?
Pero ¿qué se puede hacer para poder encontrar una
prosperidad más plena y duradera?
- Considera no hacer como aquel deportista que se fija
una meta y entrena por años muy fuerte para cumplirla, con la esperanza de ser
el campeón en su disciplina y cuando lo obtiene, se da cuenta que no era lo que
esperaba, que a pesar de ganar, no siente la suficiente satisfacción, por lo
logrado. ¡Aquellos que no disfrutan el camino, pierden la mitad de la vida para
poder ser felices!
- Los éxitos, son apenas complementos que elevan los
niveles de felicidad que ya poseemos. Aquellas personas que esperan a jubilarse
de sus trabajos, para dedicarse a ser felices, dejan ir sus vidas ante sus
ojos.
En conclusión, vive la vida día a día, reconociendo
cada momento a pesar de los altibajos que puedas tener.
Cada ciclo brinda una oportunidad diferente, de ti
depende tomar la decisión de sacar lo mejor de cada una de ellas.