PROTEGERNOS DE RECUERDOS TRAUMÁTICOS, ¿ES BUENO?


¿Cuántas veces hemos querido que nuestros recuerdos desagradables fueran borrados, para así afrontar con más confianza nuestra vida? Muchas veces ¿verdad?

Es innegable que ciertas emociones nos detienen, como por ejemplo el dolor, la tristeza y el miedo. Estas tienen una vinculación determinante en experiencias traumáticas en la vida, por ende, bloquearlas o desecharlas sería un gran alivio.

La mente humana sigue siendo un campo abierto y fructífero cargado de conocimientos ignorados, mecanismos formidables y complejidades aún no develadas.Muchos estudios actuales abordan si es posible desechar los recuerdos o memorias no deseadas, los resultados apuntan a que sí.




Lo anterior se conseguiría únicamente partiendo de cómo funciona nuestro cerebro (conexiones neuronales donde sustancias químicas actúan para generar respuesta), ubicando las conexiones responsables de estos en la corteza cerebral individual, regulando nuestras “visitas” a los recuerdos no deseados (la memoria se fija debido a la evocación recurrente) y haciéndonos conscientes de los traumas. Solo así lograríamos desvincular el recuerdo con las reacciones físicas y el posterior comportamiento.

En este campo, el gran descubrimiento que nos brinda aliento, es que la memoria no es un “espacio rígido”, al contrario, es una red de múltiples articulaciones, moldeables, no estables, ni inalterables.Un ejemplo que nos puede ayudar a comprender esto es: cada vez que traemos al presente una reminiscencia, la podemos distorsionar, cambiamos algunos elementos o variamos la intensidad de las reacciones ante ella. Con esta evidencia, alterar nuestra “relación” con un recuerdo no deseado es posible si tenemos consciencia del mismo y actuamos decididamente en función de ello.

Pero sobreviene la objeción de Sigmund Freud (padre del psicoanálisis), quien consideraba que en el campo del subconsciente hay muchos elementos que quedan latentes y que pueden manifestarse inconscientemente en la persona.

Propuestas como “la reconsolidación de la memoria” (fijación de nuevos recuerdos que sustituyen a los existentes y traumáticos) y la propuesta en la administración de sustancias o drogas específicas, profesan el futuro de las investigaciones. En este amplio y novedoso andamiaje de teorías, hay una pregunta indispensable: ¿Qué deseamos hacer, bloquear nuestra memoria o evolucionar?




A pesar de tener recuerdos no gratos, evocarlos y que pierdan sus efectos negativos en nuestra vida, podría afectar otros aspectos importantes de la vida como el dolor, la alegría y la paz, que de igual manera son necesarios para la armonía del ser integro. Además ¿es ética la aplicación de drogas, y la manipulación de nuestra mente?

Cuántas ideas, sentimientos y reacciones se manifiestan en este delicado campo de acción. Las mismas que evidencian la complejidad de la vida.

Para concluir y a modo de reflexión les dejo una frase del mismo Freud: “He sido un hombre afortunado en la vida: nada me resultó fácil”.

Tal vez el centro de todo esté en el equilibrio que manifestemos sobre nuestras experiencias, y no en su evitación.

Protegernos de los recuerdos traumáticos es posible, pero es mucho más determinante saber de qué queremos protegernos, cómo y para qué.

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