¿Alguna vez has sentido la necesidad
imperiosa de que alguien te abrace? No, no es algo extraño, ni eres diferente,
ni tienes algún trastorno. En realidad, es de lo más común y le ha ocurrido a
la mayoría de las personas. En especial cuando están atravesando o han
atravesado una situación difícil, estresante o dolorosa.
Durante mucho tiempo, los especialistas
han hecho llamadas de atención acerca de la importancia que pueden tener los
abrazos para el bienestar, tanto físico como mental de las personas. Sin
embargo, también durante muchísimo tiempo, esta tesis fue desestimada, ya que son
pocos los que creen que el solo contacto físico pueda ayudar a mejorar los
estados de salud.
Quizás te alegre saber que ahora las
cosas están cambiando. Se están abriendo nuevas perspectivas sobre el tema y
las personas están flexibilizando sus puntos de vista al respecto. A pesar de
que hay muchas personas que, por diversos factores (crianza, costumbres,
estereotipos), tratan de evitar a toda costa el contacto físico con otros, son
más quienes han comprendido el inmenso poder y los beneficios que acarrea un
buen abrazo.
Muchos han dicho que los abrazos son el
lenguaje universal y quizás estén en lo cierto. A través de un abrazo puedes
transmitir una gran gama de emociones y sentimientos mucho mejor que con las
palabras. No es un error que la primera interacción que tiene una madre con su
hijo sea a través de las caricias. Está demostrado que el contacto directo
entre la madre y el niño contribuye a establecer un nexo afectivo intenso y
fuerte entre ellos. Esto es especialmente significativo en niños prematuros, ya
que se ha observado que los niños que están en contacto físico con sus madres
sobreviven en mayor proporción que los que no lo están.
Cuando las personas experimentan alguna
situación desagradable, dolorosa, de miedo o de angustia, tienden a sentir la
necesidad del contacto físico con alguien. El solo tocar a otra persona les
transmite una sensación de tranquilidad, serenidad y ayuda a calmar ese
torbellino fisiológico que experimenta el organismo cuando se ve enfrentado a
situaciones de ese tipo.
Tomando en cuenta lo dicho
anteriormente, podemos afirmar entonces que los abrazos son una excelente
manera de mejorar y optimizar nuestra salud. Pero… ¿de qué manera?
En primer lugar, cuando las personas
sufren estrés (muy común hoy en día), viven irritadas, angustiadas y siempre en
estado de alerta. Esto no es bueno para el organismo, ya que debilita el
sistema inmune y los hace propensos a enfermarse. Pues bien, el efecto
inmediato de un abrazo es la relajación que experimenta el individuo. En
segundo lugar, se generan respuestas fisiológicas en el sistema endocrino como
la disminución del cortisol (hormona del estrés) y el incremento de la
oxitocina (hormona del amor). Esto hace que ocurra un cambio positivo en el
estado de ánimo, logrando una relajación total.
Así mismo, esa relajación repercute
directamente en el sistema circulatorio, reduciendo las probabilidades de padecer
alguna enfermedad cardiovascular. Cuando las personas están constantemente
estresadas, el sistema cardiovascular se ve sometido a mucha presión, la cual
recae principalmente sobre el corazón, aumentando el riesgo de infartos. Al
reducir el estrés, producto de las muestras de afecto, la relajación contribuye
a regular positivamente el funcionamiento del corazón.
De igual forma, la reducción del estrés
tiene un efecto positivo en el sistema inmune, ya que permite que éste realice
su trabajo de manera eficaz, evitando así que la persona se enferme.
Por último, pero no menos importante,
los abrazos nos fortalecen desde el punto de vista emocional. Contribuyen a
afianzar los vínculos afectivos con las personas que tenemos a nuestro
alrededor, así como también nos ayudan a mejorar nuestros estados de ánimo. Un
abrazo puede hacer que una persona pase de la ira a la reconciliación en tan
solo un instante.
Recuerda: los abrazos son el lenguaje no hablado
de las emociones. Al abrazar le estamos diciendo a la otra persona que le
queremos, que puede confiar en nosotros y que siempre estaremos allí. Seguro
que a nuestro alrededor hay muchos que necesitan un abrazo y no lo piden por
temor al rechazo. Haz de los abrazos una práctica diaria y verás cómo tu vida
mejorará significativamente.