Sí, sabemos que una copita de alcohol de
vez en cuando (en alguna fiesta o reunión) no cae nada mal. Sin embargo, hemos
visto con preocupación cómo el consumo de alcohol de manera indiscriminada ha
ido aumentando a niveles exponenciales sin que se establezcan medidas o
campañas para frenarlo.
Desde hace unas décadas, el alcohol se
ha convertido en una de las sustancias más consumidas por la población en
general. Esto se debe a que tradicionalmente ha sido un componente de fiestas y
celebraciones. El problema radica en que cada vez son más quienes lo consumen
por necesidad, como una adicción.
A pesar de no ser una sustancia ilegal,
el alcohol, cuando se consume de forma excesiva se convierte en una adicción
para quien la consume. Así mismo, se ha comprobado que el consumo de alcohol en
muchas ocasiones está ligado al consumo de otro tipo de sustancias ilícitas
como los estupefacientes. Esto es potencialmente dañino para el organismo, ya
que socava sus funciones e incluso puede ocasionar la pérdida permanente de
algunas de ellas.
¿Sabías que actualmente en el mundo 2,3
mil millones de personas consumen alcohol de manera indiscriminada? ¿Y que de
esos millones, los jóvenes representan el 26,5%? Sí, son estadísticas
alarmantes, porque cada año son más los jóvenes que comienzan a ingerir bebidas
alcohólicas. Actualmente lo comienzan a hacer a los 15 años, pero quizás el año
que viene o el próximo, las estadísticas nos digan que comienzan a una edad más
temprana.
Lamentablemente las personas parecen no
estar concienciadas de la gran cantidad de daños y efectos negativos que el
consumo excesivo e indiscriminado de alcohol acarrea para el organismo. A
continuación te listamos algunos de esos efectos.
A nivel gastrointestinal, el alcohol
puede ocasionar erosiones en la mucosa gástrica, que a la larga puede dar lugar
a úlceras.
En el sistema cardiovascular incrementa
la posibilidad de padecer de hipertensión arterial, ya que propicia el aumento
de peso y el engrosamiento de las paredes de los vasos sanguíneos.
En el hígado son bien conocidos sus
efectos, ya que se sabe incluso que el consumo de alcohol puede conllevar a que
se presente una condición conocida como cirrosis hepática, en la cual se ve
altamente comprometido este órgano.
Es un reconocido agente cancerígeno. Se
ha establecido en múltiples estudios que el consumo prolongado y en exceso de
alcohol puede contribuir a la aparición del cáncer de esófago, colon, mamas,
hígado, entre otros.
A nivel del sistema nervioso, el alcohol
tiene diversos efectos: disminuye la concentración, destruye neuronas,
contribuye al desarrollo de trastornos psicológicos como la psicosis y la
depresión, genera lagunas mentales (pérdida momentánea de la memoria) y algunas
modificaciones del comportamiento.
El alcohol también es responsable de un
gran porcentaje de las muertes que ocurren anualmente a nivel mundial. Tristemente,
muchas de esas muertes son causadas por accidentes ocasionados por personas con
elevados niveles de alcohol en sangre. Otro gran porcentaje de esos
fallecimientos está en las patologías y enfermedades que el alcohol ocasiona en
el organismo.
Al estudiar los efectos que tiene el
consumo indiscriminado de alcohol a largo plazo, no se puede evitar
preguntarse, ¿cómo es que, sabiendo esto, las personas siguen consumiendo ese
veneno? La respuesta a eso está quizás en que, de forma inmediata, el alcohol
ocasiona que las personas se relajen y se desinhiban totalmente, lo cual genera
una sensación pasajera de bienestar. Quizás por eso, las personas se pueden
volver adictas a él.
Los especialistas coinciden en afirmar
que, de no solucionarse esta situación y de no implementarse programas y
medidas preventivas, el alcohol se puede convertir en una de las grandes plagas
a nivel mundial. Es importante reconocer cuándo el consumo social de alcohol se
ha convertido en habitual y en frecuente. De esta manera se está en la
capacidad de reconocer que se tiene un problema y lo más importante, buscar ayuda.